ISABEL LARRAÑAGA es una de las mujeres que iluminaron con su santidad la sociedad española del siglo XIX.
Su vida y su obra dejaron huella en la historia; su carisma continúa vivo y actual.

Isabel de Larrañaga Ramírez nació el 19 de noviembre de 1836 en la ciudad de Manila, Filipinas, donde vivía entonces su familia.
Fueron sus padres: Don Juan Andrés María de Larrañaga Lasarte, natural de Urnieta (Guipúzcoa), militar del ejército español, y Dª Isabel Ramírez Patiño, de Lima (Perú). En 1824 contrajeron matrimonio en Huancayo. Vivieron en España unos años y, en 1830, D. Andrés fue destinado a Filipinas. Alegraron el cristiano hogar varios hijos;
Isabel fue la más pequeña. A finales del año 1838, murió su padre.
Dª Isabel con sus hijos regresa a España. Entre Madrid y Lima pasa Isabelita su infancia, adolescencia y juventud. Mueren algunos de sus hermanos. Solo sobreviven
Adrián e Isabel. En ellos volcará su madre, Dª Isabel Ramírez, todo su amor y esmerada formación, especialmente en Isabelita, su “nena”, como la llamó siempre. No
escatimará medios para proporcionarle una educación religiosa y cultural, amplia y específica: música, pintura, idiomas (francés, inglés, italiano). Ejerció la labor docente,
sobre todo en Lima. Alternaba esta tarea con la dedicación plena a obras de caridad y apostolado, catequesis a niños y jóvenes, visitas a enfermos en los hospitales para
ayudarles a bien morir. Sus predilectos: los más pobres y necesitados.
Desde muy joven sintió nacer en su alma la vocación a la vida religiosa, pero siempre encontró la fuerte oposición de su madre que, aunque muy cristiana, no
soportaba la idea de separarse de su querida hija. Con el fin de disuadirla de esos propósitos vocacionales, Dª Isabel decidió llevar a su hija en viaje de turismo por
distintos lugares: Cuba, Roma, España. Finalmente, se establecieron en Madrid.
En la capital de España reanuda su trabajo apostólico: catequesis, clases a niños y niñas necesitados, visitas a hospitales, atención espiritual a enfermos. Busca la voluntad de Dios sobre ella. Su madre traza para la hija planes matrimoniales que, poco a poco, se van desbaratando. Isabel quiere su corazón entero para Dios.

Van pasando los años, siempre en búsqueda sincera y constante de la voluntad de Dios sobre ella. Señor, ¿qué quieres de mí? Busca apoyo y consejo. Espera. Dios tiene su tiempo para cada persona.